
La obra trata de recuperar “un pedazo de la historia de una mujer que vivió entre los siglos XIX y XX, y reflejar la lucha por las libertades y por la igualdad”.
Estamos acostumbrados a novelar a personajes que ya han sido escritos y contados en la propia Historia, pero nuestra protagonista jamás podría haber contado la suya propia; si no la cuento yo, su voz habría quedado muda para siempre.
La historia se sitúa en los Montes de Toledo, cuando los ecos de la Constitución de 1869 llegan al pueblo desde el púlpito de la iglesia. La joven Crisanta, quien desde muy temprano dará muestras de su mente inquieta y de su compromiso con las libertades, vivirá años convulsos que le arrancarán hasta el último de sus vástagos. La soledad y el dolor van a poner voz a su pensamiento. El texto recoge las costumbres y el lenguaje de una época circunscrita a un ambiente rural y a una geografía que hicieron más difícil la lucha por la supervivencia hasta bien mediado el siglo XX. Una mujer de la Oretana reencarna, con fidelidad y realismo, vidas que se hundieron entre los estratos del tiempo. Una vez más, la magia de la palabra escrita será más fuerte que el olvido impuesto por el silencio de los años.
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