jueves, mayo 24, 2012

El siglo de las mujeres


     Es frecuente escuchar que el siglo XX ha sido el siglo de las mujeres. En el mundo occidental, el acceso mayoritario de las niñas a la educación y la incorporación de las adultas al empleo y la política es un hecho que ha cambiado la realidad social. En España, las décadas de democracia han experimentado un notable avance en los derechos femeninos y, por consiguiente, en el papel de las mujeres en la sociedad. Se ha desarrollado la apertura a un modelo más igualitario de relaciones entre los sexos y, en el ámbito de la educación, la incorporación de un sistema coeducativo que, aunque todavía está lejos de ser perfecto, tiene
mucho que ver en la renovación pedagógica que se ha producido en las aulas y, por extensión, en la vida de las personas.

   Sin embargo, y a pesar de los avances en igualdad que ya se han conseguido, sigue siendo necesario realizar un esfuerzo en la introducción de una cultura igualitaria que ofrezca a niños y niñas las mismas posibilidades, oportunidades y modelos. Aunque las niñas españolas obtienen buenos resultados académicos y su inserción en la educación superior está casi garantizada, los mensajes que reciben unos y otras siguen obedeciendo a un modelo sexuado que, en la mayoría de las ocasiones, jerarquiza lo femenino como subordinado de lo masculino. Esta circunstancia ha sido puesta de relieve en diferentes estudios que han analizado los materiales y libros de texto que se utilizan en la escuela. Aunque no se trata de una realidad única y se observan mejoras en muchos de estos materiales, algunos de ellos siguen ofreciendo diferencias por sexo que es necesario superar. Es lo que ocurre, por ejemplo, con la literatura infantil y, más concretamente, con los cuentos y otros mensajes de cultura popular. De ellos sabemos que contienen cierta estereotipia de lo masculino y femenino que no contribuye a consolidar una educación en valores.
   Los análisis de personas expertas en igualdad han revelado, desde los textos pioneros de los años ochenta, que los relatos populares contienen determinados niveles de sexismo que es importante neutralizar con discursos alternativos y/o complementarios. No se trata de negar a niños y niñas la posibilidad de leer cuentos clásicos como “La Cenicienta”, “El gato con botas” o “Hansel y Gretel”. Esa sería una propuesta que dejaría de lado una parte del acervo popular y la sabiduría que siempre se ha dado por supuesta en los
cuentos clásicos. Pero sí es necesario conocer qué problemas contienen desde la perspectiva de género, con el objetivo de complementar el uso y disfrute de los textos tradicionales con otros contemporáneos y, desde luego, con un ejercicio crítico de lectura, ya sea mediante actividades de refuerzo, diseñadas con un enfoque igualitario, ya sea mediante la incorporación de otros mensajes.

   Es hora, por tanto, de leer esas historias de niñas que ya no son siempre pasivas, de niños que pueden sentir emociones, de nuevos mundos imaginados y de elecciones marcadas por la autonomía y la libertad, abandonando mandatos sociales que ya no funcionan en un nuevo siglo que asiste a esa revolución silenciosa que son los derechos de las mujeres y las niñas.

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