martes, octubre 04, 2011

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   Es un hecho que prostitución, trata y tráfico de mujeres están íntimamente relacionados. Los datos son persistentes y dan cuenta de cuál es el mapa de origen y social de esas mujeres: en España más del 90% de las mujeres dedicadas a la prostitución son inmigrantes en situación irregular; más de medio millón de mujeres y niñas son víctimas de este fenómeno.  Hoy sabemos que sin tráfico de mujeres la prostitución en España no sería un negocio. Pocas son en el presente las mujeres españolas abocadas a la prostitución por vulnerabilidad o exclusión social. La realidad es que, cuando en una sociedad aumentan los espacios de igualdad y el nivel de vida, disminuye drásticamente el número de mujeres del propio país que se dedica a la prostitución.
   Vulnerabilidad, marginación y pobreza son las causas que llevan a la prostitución, no sus consecuencias. La prostitución cursa con la feminización de la pobreza. Las mujeres del tercer mundo vienen a nuestros países por la pobreza de los suyos. Vienen al primer mundo, alentadas o engañadas por las mafias de traficantes, para mejorar su vida y, sin embargo, terminan dentro de la prostitución como horizonte vital. La mayoría no salen de ese mundo también por la pobreza, porque tienen que mantener y cuidar a su familia, porque tienen que pagar deudas a quienes las están explotando. Busquemos donde busquemos es el rostro de la pobreza y la indefensión lo que podemos ver en los de todas estas mujeres explotadas y traficadas.

    El consentimiento no convierte en trabajos a una gran variedad de actividades. La prostitución no es ningún buen modelo de relación laboral, ni de relación entre hombres y mujeres. 


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