Nació en 1929 en la provincia de Nagano Abandonó Japón con 27 años, instalándose en Nueva York, zambulléndose en la psicodelia de los años sesenta. Intervino en diferentes performances, haciendo del lunar su firma. Los estampaba sobre cualquier superficie ya fuera un edificio o un cuerpo humano. Se especializó en happening, la instalación, el diseño…Aquí vivió su trabajo impregnado de feminismo, minimalismo, surrealismo, art brup y pop. Ganó premios con producciones de vídeo experimental, publicó libros como novelista, realizó exposiciones, organizó festivales, desfiles… En los años setenta volvió a Japón.
Empezó a pintar a los diez años, realizando una pintura de fantasía en acuarela, pasteles y óleos. Desde pequeña sufrió alucinaciones en las que los lunares y las series eran el motivo recurrente. Ha pensado en suicidarse varias veces y ha confesado que si no fuese por su obra hace tiempo que hubiese acabado con su vida. Culpa de su enfermedad mental a su madre, cuyo maltrato psíquico durante la infancia la ha marcado siempre.
Actualmente vive en un hospital mental por decisión propia. Tiene su estudio muy cerca para poder seguir trabajando.
Su trabajo es colorista, lleno de lunares y superficies orgánicas, muy estimulante visualmente. Es experta en crear atmósferas donde la esfera y el círculo mil veces repetidos son las bases. Su obra parece increíblemente energética, es una obsesiva repetición de puntos creando dimensiones fantásticas y universos infinitos gracias al posicionamiento de espejos que multiplican los reflejos. Los “Polkadots” (puntos-polka) son característicos de la artista y aparecen en forma recurrente en su obra.
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