El ecofeminismo surgió del encuentro
entre feminismo y ecología. Quizás precisamente por esa doble pertenencia,
todavía es un gran desconocido para los dos movimientos, a pesar de que, en su
variedad de corrientes abre un horizonte prometedor para feministas y
ecologistas. Es la corriente del feminismo que asume la problemática ecológica
como algo que puede ser abordado de manera pertinente en clave de género,
aportando ciertas claves de comprensión de la relación humana con la
Naturaleza. Tanto el feminismo como el ecologismo se plantean una mejora de la
calidad de vida del conjunto de la sociedad, en el sentido de desarrollo de las
capacidades de las personas. Ambos tienen una visión del mundo menos
jerarquizada, con profundos cambios en la vivencia de la cotidianeidad.
A mediados de los años setenta del
siglo XX, Françoise d’Eaubonne, creadora del término “ecofeminismo”, vio el problema de la superpoblación
mundial como un relevante punto de contacto entre las reivindicaciones
feministas y las preocupaciones ecologistas. Reclamó la libertad de las mujeres
para decidir tener o no tener hijos cuando todavía las leyes de Francia no la
reconocían.
Las mujeres no sólo están expuestas a
sufrir la violencia de género (feminicidios,
muerte a manos de un hombre que no acepta la separación, mutilaciones sexuales
rituales, acoso sexual, violación en tiempos de guerra y de paz, etc.), sino
que también soportan una mayor incidencia de la
contaminación medioambiental debido a sus características biológicas.
Las sustancias tóxicas presentes en ambientadores, material
informático, plásticos, pinturas,
plaguicidas, etc, actúan como disruptores endocrinos peligrosos que
afectan en primer lugar, aunque no exclusivamente, a la salud de mujeres y de
niñas y niños incluso durante la vida fetal. Los xenoestrógenos (sustancias
químicamente similares al estrógeno femenino natural) parecen tener un papel
fundamental en el incremento del cáncer de mama en los últimos cincuenta años.
Como puede inferirse, la
preocupación feminista por la salud de las mujeres en la sociedad
química conecta con los objetivos ecologistas. Los riesgos medioambientales son
mayores para las mujeres de barrios
populares con fábricas contaminantes y vertederos, para las trabajadoras de
ciertos sectores industriales y de la agricultura que emplea agrotóxicos. También lo son para las
habitantes más humildes de los países empobrecidos.
La célebre ecofeminista de la India
Vandana Shiva fue una de las primeras en mostrar el deterioro de las
condiciones de vida de las mujeres rurales pobres del Tercer Mundo debido al
“mal desarrollo”, un desarrollo colonizador que acaba con el cultivo de las huertas
de subsistencia familiar, arrasa los bosques comunales y aniquila la
biodiversidad. Esas mujeres se ven
obligadas a caminar kilómetros para buscar la leña que antes encontraban
junto a su aldea y enferman con nuevas dolencias debidas a la contaminación por
pesticidas.
Una de las manifestaciones actuales
más elocuentes del encuentro entre la mirada feminista y la ecológica es el
fenómeno de los grupos de mujeres reivindicativas en la lucha por la Soberanía Alimentaria.
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