Existen efectos, más a largo plazo, que se producen en los niños expuestos a violencia en el contexto familiar.
El más destacado es el modelo de aprendizaje de comportamientos violentos. Se ha estudiado que estos niños, de mayores, con más frecuencia y probabilidad maltratarán a sus parejas y que las niñas serán víctimas de violencia de género.
Los hijos de la violencia de género están viviendo de forma continuada y prolongada situaciones de violencia y abuso de poder, experiencias que les marcarán en su desarrollo, personalidad, comportamiento y valores en la edad adulta. Aprenden a entender el mundo y las relaciones de forma inadecuada.
Tengamos en cuenta que la familia es el primer agente socializador y el más determinante para el desarrollo y formación de modelos y roles. Las relaciones familiares violentas influirán en el significado que el niño atribuya a las relaciones interpersonales, y más concretamente a las relaciones entre géneros, entre hombres y mujeres.
Estos patrones violentos de comportamiento y relación se aplicarán a sus propias relaciones, desarrollando conductas sexistas, patriarcales y violentas.
Algunos autores llegan a la conclusión de que los menores expuestos a violencia hacia su madre, desarrollarán unas creencias y valores asociados a la violencia de género, tales como:
1) El hombre es el que manda en la familia; todos los demás deben
obedecerle.
2) Las mujeres son inferiores al hombre y no tienen los mismos
derechos.
3) Si un hombre pega a una mujer es porque se lo merece o porque ella
lo provoca.
4) El pegar a las mujeres es normal, es frecuente y no tiene
repercusiones.
5) Si quieres que te respeten tienes que ser violento.
No tienen opción a aprender estrategias más adecuadas de relación interpersonal, de solución de conflictos, flexibilidad, diálogo, respeto.
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