Klimt nació el 4 de Julio de 1862 en Viena. A los catorce años ingresa en la Escuela de Artes Aplicadas de Viena junto con su hermano Ernst y con Franz Mastch, con quienes formará una asociación, la Compañía de Artistas. El trío tendrá tanto éxito en Viena que recibirán numerosos encargos relacionados sobre todo con la decoración de edificios arquitectónicos.
Sus primeras obras están muy influenciadas por Hans Makart, artista academicista de la época. Su estilo es muy barroco y toma de Makart el rechazo a los espacios vacíos, el horror vacui, que le hace llenar los fondos de sus cuadros hasta rebosar.
Klimt precisamente es uno de los artistas que mejor ha perfilado las múltiples facetas del carácter de la mujer, pero no desde un ángulo de visión masculino, sino estrictamente femíneo. Las mujeres de Klimt no son objetos de contemplación, ni siquiera son protagonistas de sus cuadros; son mucho más: son el alma que transpira a través de ellos, son la propia existencia intensamente degustada con independencia del espectador y del mundo. Por ello, no sería exagerado afirmar que Klimt ha sido uno de los mayores artífices de la “liberación” de la mujer en el ámbito del arte.
Lo más llamativo de su obra es la continua presencia de lo femenino, representando lo enigmático. La sexualidad y el erotismo artístico serán elementos claves. En las escenas de Klimt, los inoportunos, los invasores, somos nosotros, que nos adentramos sin permiso en la intimidad preciosa de unas mujeres inmersas en su ciclo vital con apasionada serenidad.máximas admiradoras de la obra klimtiana.
Las mujeres de Klimt no son mujeres: son la carne limpia en mitad del exceso del mundo, son la esperanza, la génesis, la vida perpetuamente renacida. Por ello, también, han sido mujeres las máximas admiradoras de su obra.
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