Más del 80% de las mujeres con discapacidad ha sufrido violencia en algún momento de su vida y tienen un riesgo de sufrir violencia sexual cuatro veces mayor que el resto de mujeres, lo cual agrava profundamente la situación de múltiple discriminación que sufre este colectivo por el mero hecho de tener una discapacidad y de ser mujer.
Hay que tener además en cuenta que las mujeres con discapacidad mental o de comunicación son particularmente vulnerables así como las mujeres que requieren cuidados personales.
La violencia se origina en actitudes y consideraciones sociales hacia la mujer unida a ciertas condiciones propiciadas por la discapacidad, tales como:
o El hecho de ser menos capaces de defenderse físicamente.
o Tener mayores dificultades para expresar los malos tratos debido a problemas de comunicación. La dificultad de acceso a los puntos de información y asesoramiento.
o Una más baja autoestima y el menosprecio de la propia imagen como mujer.
o El enfrentamiento entre los papeles tradicionales asignados a la condición de mujer y la negación de las mismas en la mujer con discapacidad.
o Mayor dependencia de la asistencia y cuidados de otros.
o Miedo a denunciar el abuso por la posibilidad de la pérdida de los vínculos y la provisión de cuidados.
o Menor credibilidad a la hora de denunciar hechos de este tipo ante algunos estamentos sociales.
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